lunes, 11 de mayo de 2009

UN CANTO PARA BOLÍVAR

Padre nuestro que estás en la tierra, en el agua, en el aire 
de toda nuestra extensa latitud silenciosa, 
todo lleva tu nombre, padre, en nuestra morada: 
tu apellido la caña levanta a la dulzura, 
el estaño bolívar tiene un fulgor bolívar, 
el pájaro bolívar sobre el volcán bolívar, 
la patata, el salitre, las sombras especiales, 
las corrientes, las vetas de fosfórica piedra, 
todo lo nuestro viene de tu vida apagada, 
tu herencia fueron ríos, llanuras, campanarios, 
tu herencia es el pan nuestro de cada día, padre. 

Tu pequeño cadáver de capitán valiente 
ha extendido en lo inmenso su metálica forma, 
de pronto salen dedos tuyos entre la nieve 
y el austral pescador saca a la luz de pronto 
tu sonrisa, tu voz palpitando en las redes. 

De qué‚ color la rosa que junto a tu alma alcemos? 
Roja ser  la rosa que recuerde tu paso. 
Cómo ser n las manos que toquen tu ceniza? 
Rojas ser n las manos que en tu ceniza nacen. 
Y cómo es la semilla de tu corazón muerto? 
Es roja la semilla de tu corazón vivo. 

Por eso es hoy la ronda de manos junto a ti. 
junto a mi mano hay otra y hay otra junto a ella, 
y otra más, hasta el fondo del continente oscuro. 
Y otra mano que tú no conociste entonces 
viene también, Bolívar, a estrechar a la tuya: 
de Teruel, de Madrid, del Jarama, del Ebro, 
de la cárcel, del aire, de los muertos de España 
llega esta mano roja que es hija de la tuya. 

Capitán, combatiente, donde una boca 
grita libertad, donde un oído escucha, 
donde un soldado rojo rompe una frente parda, 
donde un laurel de libres brota, donde una nueva 
bandera se adorna con la sangre de nuestra insigne aurora, 
Bolívar, capitán, se divisa tu rostro. 
Otra vez entre pólvora y humo tu espada est  naciendo. 
Otra vez tu bandera con sangre se ha bordado. 
Los malvados atacan tu semilla de nuevo, 
clavado en otra cruz está el hijo del hombre. 

Pero hacia la esperanza nos conduce tu sombra, 
el laurel y la luz de tu ejército rojo 
a través de la noche de América con tu mirada mira. 
Tus ojos que vigilan más allá  de los mares, 
más allá  de los pueblos oprimidos y heridos, 
más allá  de las negras ciudades incendiadas, 

tu voz nace de nuevo, tu mano otra vez nace: 
tu ejército defiende las banderas sagradas: 
la Libertad sacude las campanas sangrientas, 
y un sonido terrible de dolores precede 
la aurora enrojecida por la sangre del hombre. 
Libertador, un mundo de paz nació en tus brazos. 
La paz, el pan, el trigo de tu sangre nacieron, 
de nuestra joven sangre venida de tu sangre 
saldrán paz, pan y trigo para el mundo que haremos. 

Yo conocí a Bolívar una mañana larga, 
en Madrid, en la boca del Quinto Regimiento, 
Padre, le dije, eres o no eres o quién eres? 
Y mirando el Cuartel de la Montaña, dijo: 
>>Despierto cada cien años cuando despierta el pueblo.>>

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